Las propuestas son ideas, estrategias y proyectos que dan lugar a experiencias piloto. Afrontan los retos que se plantean de la mano de los agentes implicados y se materializan en un emplazamiento definido de Barcelona o Medellín.
La base conceptual de la propuesta Entre la casa y la calle es la idea de rehabitar, es decir, la intervención sobre la ciudad y la arquitectura a partir de la reparación del uso y no del objeto.
Entre la casa y la calle reclama un espacio entre estas dos realidades, más que una línea que las separe. Este espacio existe pero tiene distintas formas y atributos. Permite imaginar el ámbito doméstico de una manera más vinculada al ámbito público, y este como la extensión pública de la esfera doméstica.
A partir de la observación de distintos acontecimientos ocurridos en los últimos años, podemos ver que proliferan los casos en que la casa adopta papeles distintos a los que tradicionalmente le han sido otorgados, así como que la calle recoge actividades que comúnmente estaban reservadas al espacio doméstico.
Esto no es una novedad; las relaciones entre la casa y la calle han tomado en el pasado distintas formas y el peso de una sobre la otra ha ido variando con el tiempo. Repasar en este sentido las notas de Witold Rybczynski (La casa, historia de una idea) puede servir para entender hasta qué punto la casa había sido en Europa, en muchos sentidos y durante muchos años, un verdadero espacio público.
Así es que los casos a que nos referimos no hacen más que confirmar la obstinación pendular que tiene la historia, en este caso la historia de la casa y la ciudad. Vemos ahora noticias sobre obras de teatro en casa, conciertos o performances. También exposiciones de artistas que, para verlas, debemos coger el ascensor y subir a una casa particular. Obras de teatro que se representan en el salón de una casa o repartiendo los actos de la obra por los salones de distintas casas cercanas.
La lista aumenta cuando observamos diferentes acciones que llevan obras musicales a los balcones en las fiestas de los barrios, como Balconitis, o coreografías a los ventanales, como en Living-room dancers. Estos ejemplos y su proliferación invitan a que desde la calle veamos la casa, no como una fachada –y por tanto como una frontera–, sino como algo que invita a mirar en su interior. Al mismo tiempo, comer en la calle, decorarla como extensión de la casa –tal como sucede en algunas fiestas mayores– y tener en ella conversaciones privadas por teléfono se han convertido en hechos a los que nos hemos habituado.
Entre la casa y la calle pretende explorar este espacio y «excitarlo» para conseguir una calle y una casa más complejos que, ocasionalmente y de forma no permanente, se intercambien los papeles.
