Las propuestas son ideas, estrategias y proyectos que dan lugar a experiencias piloto. Afrontan los retos que se plantean de la mano de los agentes implicados y se materializan en un emplazamiento definido de Barcelona o Medellín.
La vivienda es nuestro primer lugar de socialización y, por lo tanto, es también donde se desarrollan los géneros: masculino y femenino. El espacio no es neutro, se divide y se jerarquiza, describe las relaciones que se pretenden y que marcarán el desarrollo de las personas que los habitan y sus interacciones. Que la casa sea reflejo de un modo de vida igualitario, sin jerarquías ni desigualdades, con atención especial a la igualdad de géneros, se expresa en una serie de criterios.
1- Las habitaciones han de tener superficies y cualidades similares, en cuanto a iluminación, asoleamiento, ventilación y accesibilidad, para no establecer privilegios ni jerarquías entre los habitantes de la casa y facilitar los cambios de uso en el interior.
2- La cocina ha de tener una forma y distribución que facilite el trabajo compartido y visibilice las tareas productivas, especialmente la preparación de la comida y la limpieza.
3- Se han de rechazar totalmente los baños exclusivos en las piezas en suite, que, además de un despilfarro y un signo de desigualdad dentro de la vivienda, son una inmoralidad en un mundo en el que la mitad de la humanidad no tiene acceso directo al agua potable y a las condiciones higiénicas básicas. Por lo tanto, el baño o los baños han de ser accesibles a todos los habitantes de la casa y a los visitantes, y han de estar subdivididos para facilitar un uso simultáneo.
4- Se han de prever, ser visibles y funcionales los espacios para el ciclo de la ropa, y hay que prever espacios exteriores para el secado.
5- La cantidad, calidad y diversidad de espacios de guardado es imprescindible y caracteriza siempre la cualidad de la vivienda, tal como lo proyectaron Alison y Peter Smithson en su «Casa Todo en su Sitio».
6- La vivienda ha de promover una vida sostenible, de tal modo que su cuidado no requiera tiempo, energía ni dinero excesivos.
Una estructura interna de la vivienda sin jerarquías no solo enseña y fomenta la vida igualitaria, sino que la hace más adecuada a diferentes tipos de unidades de convivencia que, además, van a pasar por períodos vitales distintos. Por otra parte, el hecho de que tenga una estructura lo menos jerárquica posible la hace más fácilmente negociable en el mercado de la vivienda cuando se ha de vender, alquilar o ceder.
