EXPOSICIÓN
CÓRDOBA
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Vivienda en Latinoamérica. La Mujer como constructora

Oct. 25, 2015

En un estudio llevado a cabo por el CISCSA (Centro de Intercambio y Servicios para el Cono Sur) en Córdoba (Argentina) se constató el alto porcentaje de mujeres que eran las únicas responsables de sus hogares.[1]

Tras analizar la composición de éstos y los acuerdos familiares existentes, el estudio muestra la existencia de ‘jefas de hogar ocultas’. Se trata de mujeres integrantes de viviendas de composición variada, que conviven con un compañero eventual, con sus padres o con otros familiares, pero que asumen la responsabilidad productiva y el cuidado de sus hijos. En el momento del estudio, el total de mujeres que llevaban a cabo estas funciones, considerando a las claramente identificadas y a las que permanecían 'ocultas’, representaba el 40%.

Más del 50% de las mujeres que eran únicas responsables de sus hogares tuvo que construir por sí misma su vivienda, aunque el programa ejecutado por el gobierno local contemplaba dos modalidades, por un lado la entrega de `pies de casa' edificados por empresas a partir de licitaciones públicas, y, por otro, aquellos hogares levantados por sus propios habitantes, por esfuerzo propio y ayuda mutua.

La mayoría de las 'jefas de hogar’ se vio obligada a edificar su vivienda, con la consiguiente sobrecarga física y psicológica. Tuvo que conciliar sus responsabilidades domésticas con las laborales y cumplir al tiempo con la cuota de trabajo requerida para la construcción del hogar. Esto demuestra, simplemente, lo invisibles que son estas mujeres para quienes diseñan y ponen en práctica la política.

Las familias nucleares o extendidas realizaron ampliaciones de sus viviendas; las mujeres solas que pudieron hacerlo fueron casos excepcionales. Estas últimas desarrollaban una actividad comercial en la misma vivienda, lo que indica que el hogar constituye para muchos  especialmente para las mujeres—un lugar de trabajo y supervivencia. Estaba prevista la ampliación de los `pies de casa’ a partir de un banco de materiales aportado por el municipio. 

Casi ninguna 'jefa de hogar’ pudo realizar ampliaciones. Su situación de hacinamiento, además, estaba agravada por el hecho de que un alto porcentaje de ellas había accedido a las viviendas de menor dimensión. Después de tres años de habitar en ellas, sólo el 50% había podido construir un cerco o tapia precaria para delimitar su lote, lo que repercutió en su seguridad personal y familiar.

Un alto porcentaje de las mujeres no cumple con los criterios de selección para el acceso a una vivienda subvencionada o de subsidio. Éstos presuponen ingresos regulares y empleos formales, mientras que los de las mujeres provienen de trabajos informales e inestables.

Otro aspecto que debe subrayarse es la recurrente combinación de las actividades productivas con los usos propios de una vivienda en los hogares de los sectores sociales más pobres. El trabajo en la vivienda es algo que no se toma en cuenta en el diseño de las residencias, pero la casa, además de un bien de uso, es un ámbito que posibilita estrategias de supervivencia, especialmente a las mujeres. La coexistencia del trabajo y la vida familiar en el mismo ámbito conlleva requerimientos específicos que deben ser considerados. En la mayoría de los casos, implica sacrificar espacios vitales destinados a otros usos, lo que se traduce en hacinamiento y en incumplimiento de unas condiciones mínimas de iluminación y ventilación.

Los problemas enunciados reflejan una pauta repetida en las reubicaciones de los asentamientos informales que ha sido constatada por diversos autores en otros contextos. En primer lugar, los programas limitan su concepción de `hábitat’ a la vivienda, subestimando un conjunto de condicionantes que son parte fundamental del mismo para desarrollar la vida. En segundo lugar, sus ideólogos desconocen las diferencias entre hombres y mujeres en situación de pobreza y la heterogeneidad de la estructura de los hogares, que ellos adscriben al modelo de familia nuclear. En consecuencia, los programas y proyectos ignoran las necesidades e intereses de las mujeres.

Ante esta situación cabe destacar la intención de dar visibilidad al papel de la mujer constructora en el Primer Encuentro Internacional de Mujeres Constructoras realizado en Agosto de 2012. Organizado por el Taller de Proyectos e Investigación del Hábitat Urbano y Rural RED HÁBITAT, este encuentro tuvo como objetivo el intercambio de experiencias, aciertos, y dificultades a las que se enfrentan las mujeres constructoras de hábitat en Latinoamerica.

En esta misma línea se encuentra el trabajo de La Red Mujer y Hábitat de América Latina centrada en la promoción de los derechos de las mujeres y la equidad de género en el campo del hábitat.

César Reyes Nájera. Doctor Aquitecto en Materiales y Sistemas de Construcción Bioclimática. Co-fundador de dpr-barcelona.

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Foto Cabecera. Mujeres Constructoras. Santa Ana Ocotal, Nicaragua. Fuente: Make Trade Fair

[1] Falú, Ana; Curutchet, Mirina. Política social habitacional desde la gestión municipal. Citado por Ana Falú y Liliana Rainero en La Casa Ideal

Más información y recursos:

Videos de Red Habitat Bolivia

L. Rainero, M. Rodigou, S. Pérez Tools for the Promotion of Safe Cities from the Gender Perspective. Córdoba: CISCSA: 2006.

Publicaciones Red Mujer y Habitat America Latina